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En las personas, con la realización de actividad física, así como con el paso de los años, las articulaciones se ven afectadas por el impacto producido, pudiendo ocasionar daños o molestias en ligamentos, cartílago o tendones.
La suplementación, como su nombre indica, es un complemento que puede ayudarnos a evitar o retrasar este tipo de lesiones y mantener una correcta salud articular. No debemos descuidar nuestra dieta, debe ser equilibrada y variada, acorde a las necesidades y requerimientos individuales. La mayoría de nutrientes deben ser proporcionados a través de ella.
Los deportistas, son uno de los colectivos que somete a mayor desgaste a las articulaciones.
La artrosis y la osteoartritis son las patologías más comunes, causadas por el desgaste y la inflamación de una articulación.
Las vitaminas son sustancias esenciales y heterogéneas para el organismo las cuales no pueden ser sintetizadas o si lo realizan es en cantidades insuficientes por lo que deben ser incorporadas a través de la dieta.
Son sustancias imprescindibles para llevar a cabo procesos fisiológicos ya que intervienen en procesos metabólicos y actuar como precursoras de coenzimas y algunas de ellas son necesarias para mantener y mejorar nuestra salud articular.
Podemos distinguir en dos tipos de vitaminas: hidrosolubles y liposolubles.
En este grupo encontramos las vitaminas A,D,E y K
Las más importantes para a salud articular son las siguientes:
También es llamada ácido ascórbico. Se caracteriza por la presencia de tener 6 átomos, al igual que la glucosa. Es utilizada a nivel industrial por sus propiedades antioxidantes. De manera natural se puede encontrar en alimentos vegetales.
El ser humano no puede sintetizar esta vitamina de manera endógena ya que no posee la enzima encargada de realizar este proceso.
Entre sus principales funciones, podemos destacar:
La dosis diaria dependerá del individuo y sus características individualizadas, como la edad, género, composición corporal etc. La recomendación general diaria es de 75mg.
De manera natural se puede encontrar en frutas, verduras y hortalizas. Si se combina con omega 3, inhibe los procesos inflamatorios en el organismo.
Para ser absorbida en el intestino necesita las sales biliares y de las lipoproteínas VLDL y LDL para su transporte.
Puede reducir y/o retrasar la perdida de densidad ósea. Se recomienda suplementar en casos d osteoporosis, arterosclerosis y sensibilidad dental.
El almacenamiento de esta vitamina en el organismo es escaso y se produce principalmente en el hígado.
La dosis diaria dependerá del individuo y sus características individualizadas, como la edad, género, y estado fisiológico. La recomendación general diaria es de 90 ug.
De manera natural se puede encontrar en verduras como, la lechuga, brócoli, espinacas… y en menor proporción de las judías verdes, coliflor o col.
La vitamina D3 es aquella responsable principalmente de la homeostasis del calcio, contribuye al funcionamiento de la mayoría de órganos y tejidos, procesos metabólicos del intestino, el corazón, el páncreas, el cerebro, la piel y los linfocitos.
Además, ayuda a prevenir la aparición de diversas enfermedades como las cardiovasculares, el raquitismo, la psoriasis, o el cáncer.
En combinación la vitamina K2 desempeña un rol crucial en el metabolismo de los huesos.
Contribuye al equilibrio hormonal y a reducir el estrés oxidativo.
Su principal fuente de obtención es el sol. Se puede encontrar en pequeñas dosis en alimentos como leche, huevos, mantequilla y yema de huevo.
La dosis diaria dependerá del individuo, así como su tiempo de exposición al sol. Se debe consumir en torno a 10 mg diarias.
La vitamina E o tocoferol es un potente antioxidante que se encuentra en concentraciones altas en la sangre.
Ayuda a evitar la degeneración del cartílago articular y a su mantenimiento. Actúa como estabilizador de membranas celulares y agregación plaquetaria.
Disminuye la formación de colesterol LDL previniendo enfermedades cerebrales y cardiovasculares.
Entre las principales fuentes alimentarias, se encuentra en aceites vegetales, alimentos de origen animal y partes verdes de los vegetales.
La dosis recomendada es de 12um aunque varía según la edad, sexo y estado fisiológico.
Son los elementos orgánicos naturales imprescindibles que necesita nuestro organismo para su correcto desarrollo y funcionamiento.
Representan una media del 4% - 5% del peso corporal. Tienen funciones estructurales y reguladoras.
Los minerales se clasifican en función de la dosis requerida por el organismo en dos grupos:
-macrominerales: aquellos que nuestro organismo necesita en cantidades superiores a 100mg/ día.
-microminerales: forman parte los minerales que el organismo necesita en cantidades inferiores a 100mg/día.
Sus funciones son las siguientes:
Cuando se absorbe se transporta principalmente al tejido óseo.
El magnesio es regulado en el riñón, encargado del mantenimiento de la homeostasis.
El calcio es un mineral que se caracteriza por formar parte del esqueleto y de la dentadura. La mayor parte se localiza en el hueso (99%).
Tiene un cofactor proteico: actúa como un estabilizador y activador de proteasas.
Actúa como mensajero intracelular: interviene en la contracción muscular, secreciones glandulares, movimiento y adhesión celular.
Es absorbido en el intestino, exactamente en el duodeno junto con la vitamina D.
Su carencia puede producir deficiencias óseas, así como pérdida de dientes y osteoporosis.
Contribuye a la mejora de la densidad ósea, en combinación con la vitamina D3 y la vitamina K.
Ayuda al funcionamiento de las enzimas digestivas.
Este mineral puede obtenerse de los alimentos proteicos como carne, pescado, queso, legumbres y frutos secos. Se recomienda una ingesta de entre 800 y 1200mg.
Cuenta con numerosas funciones:
-Colabora en el correcto funcionamiento de los órganos reproductivos y glándula prostática
-Interviene en la síntesis de proteínas.
-Aumenta la absorción de vitamina A.
-Promueve la cicatrización de heridas.
-Interviene en la respuesta inmunológica.
Las recomendaciones generales establecen un consumo de 11mg para hombres y 8 para mujeres. Estas van a varían en función de la edad, sexo y estado fisiológico.
Otros compuestos:
Ácido hialurónico: es un glucosaminoglicano que se encuentra en el líquido sinovial, en el cartílago, en el humor vítreo del ojo, en el cordón umbilical y en los vasos sanguíneos.
Es utilizado para combatir patologías que, asociadas al envejecimiento, como pueda ser la osteoartritis.
Esta presente en los tejidos conectivos, lo que incluye al colágeno y al cartílago.
Se encuentra en alimentos como la patata y batata.
Sus niveles disminuyen a lo largo del tiempo junto con la influencia de los rayos UV.
Colágeno: es una sustancia de origen proteico que se encuentra presente en la mayoría de tejidos conjuntivos en tu organismo. Su principal función es a nivel estructural. Fortalecer los tejidos conectivos: ligamentos, tendones, cartílago…
Promueve el crecimiento y el mantenimiento de la masa muscular, favorece a la salud del sistema óseo y ayuda a combatir el dolor articular.
Con el paso del tiempo, los niveles se van disminuyendo, ya que las células encargadas de producirlo disminuyen.
Condroitina:
Es un tipo de colágeno muy utilizado para mejorar la salud articular ya que actúa contra la degeneración de los cartílagos. También es utilizado para calmar el dolor y la osteoartritis.
Se encuentra principalmente en alimentos de origen animal. También, hay derivados que proceden y son extraídos del cartílago de tiburón.
Boswellia serrata:
Es una planta medicinal obtenida de la resina del árbol de incienso de la india que contiene dos principios activos:
Su principal propiedad es su acción antiinflamatoria.
Puede ayudar a tratar trastornos musculares como artritis reumatoide o artrosis.
MSM (metilsulfonilmetano): su principal función es la de actuar como antiinflamatorio en los procesos artríticos
También cuenta con propiedades para calmar el dolor, prevenir lesiones y proteger u fortalecer ligamentos y articulaciones. Se utiliza para tratar enfermedades derivadas de la osteoporosis y reuma.
Los principales factores son:
-Un exceso de peso: hoy en día la tasa de obesidad y sobrepeso es cada vez mayor, empeorando la salud articular.
-Falta de actividad física: el sedentarismo inducido por los estilos de vida actuales.
-Actividades que supongan cargas extremas en las articulaciones.
-Enfermedades metabólicas.
-Afecciones reumáticas.
Deportes de impacto:
Son aquellos deportes que involucran el uso de gran fuerza, impacto repetido y/o contante.
Incluiríamos, por ejemplo, deportes como la halterofilia (en la que se cargan grandes pesos, los cuales impactan en articulaciones, ligamentos, músculos etc. de tren superior e inferior.
Otro caso seria el running: el impacto se produce por el propio peso corporal soportado en el tren inferior mas el desgaste por el amplio numero de repeticiones. Sobre todo, en aquellos de larga distancia.
Un tercer ejemplo sería el atletismo y sus variantes.
Deportes de repetición o exceso de uso:
En esta categoría, las articulaciones no están sometidas a impactos fuertes o grandes pesos/cargas.
Incluiríamos deportes como aquellos de raqueta, por ejemplo, el tenis, que involucra un uso constante del codo. De ahí la patología conocida como “codo de tenista” en la cual los músculos que unen la articulación del codo sufren.
Cada persona debe individualizar y conocer su contexto y situación personal, así como patologías previas, deficiencias en la dieta etc. por lo que se recomienda consultar con un profesional de la salud o nutrición.
Se pueden tomar tanto en ayunas o junto con una de las comidas del día. Un factor importante es la adherencia, es decir tomarlo todos los días durante el tiempo establecido y no olvidarlo.
Se recomienda valorar con un profesional de la salud la posible interferencia ya que cada patología o caso es distinta.